De niños, los cuentos sobre criaturas mitológicas siempre nos motivan e inspiran en nuestro día a día, aunque en pocas ocasiones nuestras vidas nos guían en algún punto a "encontrar algo". Por ser humanos dejamos de lado la grandiosa habilidad de creer en cuentos de hadas y es cuando perdemos un poco de nosotros, sin embargo te has preguntado alguna vez ¿Cómo es que los humanos saben o creen conocer de esos seres? ¿Y si en realidad existieron? ¿Qué tal si las sirenas están ocultas en el fondo del abismo y tienen su propia colonia? O ¿Y si los dragones habitan en las cumbres mas altas de los montes a los cuales los humanos promedio no llegan? Uno nunca puede saberlo ya que al dejar de ser niños y perder la increíble cualidad de no tener miedo, perdemos también un poco de credulidad y curiosidad intercambiándola por estrés y decisiones laborales, solo las almas libres son las que pueden, en rara ocasión ver levemente a una criatura que habita tanto en un mundo alejado de humanos como en nuestras libertades ficticias. ››››››››››››››››››››››››››››››››››››››››››››››››››››››› Bueno, aquí les traigo una historia con un alma libre, unida al océano y la música que tuvo la gran dicha de conocer a un ser mítico enamorado de los colores azules y sonidos estridentes...