Tras la muerte de su hermana menor y la separación de una relación de cuatro años, Mía siente que su vida de alguna forma ha dejado de pertenecerle. La ciudad, antes tan llena de ruido y vibrante, solo le recuerda todo lo que ha perdido. Buscando aire, silencio y una razón de un comienzo, viaja sola a Provenza: ese lugar del que solo había escuchado historias, que la había enamorado entre libros y sueños que solo Kaely podía contarle y que, sin saberlo, guardaba un fragmento de su propia historia.
Dentro del gran hotel histórico, Mía encuentra un conjunto de cartas y un diario olvidado. llenas de historias, incertidumbre y notablemente amor, firmado solamente con la inicial A. Las palabras hablan de secretos, de amor y de una joven que alguna vez vivió en esas mismas tierras, que sintió emociones que tal vez ella había estado pasando, emociones y sentimientos que creía nadie podía comprender.
Pronto, Mía descubre que esas cartas no solo revelan la vida de alguien más, sino también preguntas inquietantes sobre la suya:
¿Quién es A?
¿Por qué estas cartas están aquí?
¿Por qué siente que le han escrito a ella en primer lugar?
En la quietud violeta de Provenza, Mía comenzará a sanar mientras deshila la historia de un amor antiguo que, de alguna manera imposible, la ha encontrado a ella.
A veces, las respuestas no van de la mano hacia adelante, sino que comienzan mucho más atrás.
¿Qué se hace con todo el amor que ya no tiene a dónde ir?
Mía pensó que el amor lo podía todo. Se aferró con fuerza a su historia con Dylan, incluso cuando su mente jugaba en su contra.
Pero un día, frente al café que guardaba sus mejores recuerdos, él le dijo adiós.
Y con ese adiós, el mundo se vino abajo.
Entre lágrimas, rabia y silencios que duelen, Mía tendrá que mirar de frente a sus heridas, aceptar su tristeza y aprender a vivir con el eco de lo que fue.
Pero a veces, perderlo todo es también una forma de renacer.
Esta es una historia real, contada desde el alma.
Un viaje profundo por el dolor, la salud mental y la reconstrucción, esa que no se da de golpe, sino de a poco, con cada paso que una decide dar por sí misma.
Porque a veces, el amor que más necesitamos es el que aprendemos a darnos solas.