He tenido decenas de apodos con el pasar de los años, Topo, Mirón, Pasante, Lechuza, Rapaz. Todos ellos los usaba para cubrir mi verdadera identidad, la identidad del Soplón.
Durante años me encargué de vender armas, medicinas, intercambiar información e infiltrarme en lugares prohibidos por mi trabajo como Soplón. Al menos así fue hasta el día en que un llamado de una vieja socia me llevó a trabajar con un contrabandista loco conocido como Joel.
Ese fue el inicio de esta historia.