Todavía recuerdo el 3 de diciembre, me diste tu suéter, no podía evitar aspirar tu aroma en él todas las noches, me hacía sentir que estabas conmigo.
Habías dicho que me quedaba mejor a mi que a ti, si tan solo supieras cuanto me gustabas en ese momento, o quizás sí lo sabías, después de todo, era muy obvio.
Pero aún veía tus ojos siguiendola.
Que gran tristeza para mis ojos heridos, más azules que el cielo mismo, casi tanto como los de ella.
La mirabas hipnotizado mientras yo experimentaba la muerte por dentro. Quería fingir que estaba todo bien, pero la realidad era que cada día sentía una parte de mi desplomarse al suelo cuando me daba cuenta de lo que en realidad hacías; suplantarla a ella conmigo.
Era tan tonta ¿Por qué razón tu querrías besarme?
No era ni la mitad de bonita, pero me gustaba imaginar que todos los elogios que hacías eran solo para mi, y que no la recordabas cuando me veías.
Me habías dado tu suéter, para ti no tenía un gran significado, era simplemente poliéster, pero para mi era la gloria.
Fue tarde cuando me resigné a la triste realidad, ella siempre te gustaría más, y aunque me hubiera gustado que fuera diferente, eso no cambiaría nunca.
Por eso siempre deseaba más que nada, solo poder ser ella. Deseaba ansiosa ser Heather...