Allá al umbral de nuestros pasos despiertan una que otra vez las mariposas... Como para atraparlas saltamos, y casi al unísono caen sobre el pecho en picada como halcón a la presa las dudas sobre nosotros; el resto son utopías fugaces. Suceden en la mente golpe tras golpe de emoción, y con el tiempo, la soledad o el desgaste, sucede el cansancio. Y un corazón cansado es víctima de la rutina, y en la rutina muere la voluntad. Despiertan algunos suertudos de encontrarse únicos en otros únicos, mitades perdidas de ver, como en cine, pasar la emoción de idealización, a idea, a aceptación, a dudas. Y la inercia de los días no duda en romper sus murallas con sombras de orgullo o romper la confianza. Creo que hay que conocer al corazón antes de entregarlo, un corazón anónimo es fruto de implosiones, y las rosas se quedan en el limbo de los deseos y las malditas dudas. Algunos se encuentran a sí mismos para empezar su viaje y encuentran vida... otros, sin ser de sol, buscan vida y encuentran naufragios. El paso de los días siempre te destruye o extravía si no sabes a donde vas. Supongo que el viaje empieza desde adentro, más profundo aun que la razón, más profundo aun que el deseo, más o menos allá donde encontramos nuestro ser, y a partir de allí, encontraremos maravillas.