El tiempo había pasado y casi terminaba el año. Era navidad y Cristo cumplió su promesa, volví a mi antigua casa y a mi antigua ciudad, junto a Sirena y Tonathiu, se habían convertido en mis guardaespaldas y eran quienes me enseñaban a sobrevivir en el mundo de la mafia.
Caminaba por el puente que cruzaba el río que dividía aquella pequeña ciudad cultivadora en la que vivía. Veía mi reflejo en el agua iluminada por la luz de la luna y las estrellas en el cielo nocturno eran mi compañía en esa noche en la que solo quería estar solo y recordar todo lo que había vivido en el lugar donde había crecido.
Eran épocas navideñas y el viento helado invadía mi cuerpo, había luces por todos lados y decorando aquella ciudad que siempre permanecería manchada por la sangre inocente que se derramó.
Cuando estaba mirando a la nada, parado en aquel puente, un viento helado y abrazador me invadió, luego en el cielo, los fuegos artificiales iluminaron todo y mirándolos con ilusión y con los ojos llorosos, presenciaba la belleza que los fuegos artificiales desprendían.
Creía que después de todo lo que había hecho en tan poco tiempo, ya nada me sorprendería, pero al ver las pequeñas cosas que esa ciudad me mostraba, supe que quería de vuelta a quienes me habían arrebatado.
El momento hermoso se desvaneció cuando el sonido de balas al ser disparadas invadió el ambiente. En un abrir y cerrar de ojos, rodeándome tenia a cinco carros de policías y oficiales me apuntaban con armas sin despegar la mirada puesta en mi. Entonces supe que mi nombre ya no era extraño ni desconocido para nadie. Sin tener opción alguna me lance al río y aquel puente se tiñó de rojo por la sangre que se derramó... pero todo esto no era nada que no hubiera visto o hecho antes...
Sexo, drogas, joyas, dinero, poder y gloria al igual que su ultra violencia fueron los factores que me hicieron decirle "Be my daddy".
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