Felipa Cambeiro es raptada cada cierto tiempo, porque es alguien... importante. Pero ¿y si este último rapto tuviese otro sentido, uno que conllevaría a poner en duda sus principios? «Silla. Cadenas. Nada más. No es que no estuviese intrigada, pero llegados a este punto cuatro «secuestros» en algo más de diez años no me parecían tan mal. Y no había cambiado de lugar. Aunque, observando un poco, pude ver que había pintado. Las paredes ya no eran de un color crema. Ahora llevaban un verde casi pistacho horrendo y el techo con decoraciones neoclásicas, resaltaba gracias a un tono anaranjado.»