Connor tiene dos cosas claras:
La primera es que nunca va a recuperarse del todo de ese bache con el que su vida se ha topado; que ese dolor, aunque sea mínimo, jamás le va a abandonar.
La segunda, que encontrar un piso, compartido con otras dos personas, al que mudarse de la noche a la mañana igual no es tan idílico como creía. Si bien a Blair no parece importarle, no es el caso de Steve, quien parece estar molesto con su presencia cada vez que habla, parpadea o respira.
Connor es el día y Steve es la noche. El rostro de Connor siempre está risueño mientras que el de Steve parece simplemente inescrutable.
Y lo más importante:
Connor tiene mil miedos y Steve, sin saber muy bien por qué y por mucho que no le soporte, quiere ayudarle a superarlos.
Kim nunca pensó que mentir en su currículum la llevaría a una completa travesía con su joven jefe.
Nico nunca pensó que darle una oportunidad a Kim la convertiría en el amor de su vida.