¿Y cómo podría Aemond permitirle escapar? Si ni su mirada suplicante con esos profundos ojos de cachorro que imploraban su libertad, ni su voz ahogada que clamaba su rechazo a la corona, le motivaban a incumplir su cometido de llevarlo al castillo y convertirlo en Rey. Porque a final de cuentas, él jamás podría permitir que su adorable hermano mayor y futuro Monarca se alejara de él.