Siempre quise saber que se sentiría caer por un precipicio. Imagino que sería algo parecido a subir a una montaña rusa. Adrenalina pura, en ambos puedes morir, pero sólo una es una forma directa de morir, la otra está disfrazada en una atracción.
Creo que tengo un agudo problema de adicción a la adrenalina. En los últimos diez años, me he puesto en situaciones que: o bien podían dejarme con un brazo roto (cómo saltar de un árbol de tres metros; lo hice a los once años) o bien matarme (claramente, eso no sucedió porque sigo aquí, pero nada impide que vaya y me estrelle la cabeza contra el pavimento un día de estos). A mis diecisiete años, muchos podrán decir que quiero llamar la atención. Pero lo cierto es, que estoy en busca de algo. Hay algo que me falta, algo que me haga sentir vivo. No soy un idiota que lo único que hace es arriesgar su vida por diversión. Está bien, me divierto, pero tengo un verdadero propósito, y quiero buscarlo y prefiero morir en el intento, que quedarme quieto y fingir que tengo una vida feliz y plena, cuando no es así.
No espero que lo entiendas, muchas veces ni yo lo hago. Pero, para que tengas en cuenta, a la hora de cruzarte en mi camino, que me preocupo muy poco por mi vida.
Ella, es dulce, agradable y gentil.
El, el grosero, mal hablado y serio.
Ella, es luz.
El, es oscuridad.
Ella, ama la pastelería, libros y animales.
El, odia la cocina, le aburren los libros y no le agradan los animales.
Ella, va con una sonrisa a todos lados.
El, va con cara seria a todos lados.
Ella, es la única que logra sacarle una sonrisa.
El, solo le sonríe a ella.
Ella, es la nerd del instituto.
El, es el popular y bullying del instituto.
Quien diría que dos personas todo lo contraria llegaría a enamorarse.
Es verdad cuando dicen "te enamoras de la persona que no esperabas" y Liam y Natalie son el clave ejemplo de eso.