En los confines de su nuevo hogar, Raizel sólo tiene entendidas un par de reglas. Primero, nadie debe saber quien era él ni tampoco su hermano, su prima ni su tío, por lo que ya no era Cadis Etrama Di Raizel, solo Raizel o Rai para estar más seguro. Dos, no debe llamar la atención, cambia el color de tus ojos, sin ropa muy llamativa, no cruces palabra con nadie que no sea de fiar. Tres, el pueblo al que van a llegar está cerca de la frontera, la frontera que divide los reinos mortales y los inmortales, bajo ninguna circunstancia debe involucrarse en ello. Son las reglas que lo mantendrían a salvo Adición mental: Cuatro, de alguna manera acaba de arreglárselas para romper todas ellas