La existencia de los vampiros solo hizo que el mundo se fragmentara y se encerrara en una guerra de nunca acabar. Los humanos abandonaron parte de la vida común, con la intención de lograr una distinguida diferencia entre ellos y los vampiros. Los vampiros buscaron la forma de lograr una alianza pacífica con los humanos, pero estos últimos prefirieron alzarse en armas y negarse a sus intentos de vivir una vida menos lúgubre. Ante esto, a los vampiros no les quedó de otra, más que contraatacar. Tao ya estaba cansado, harto de siempre estarse escondiendo en el yunque de guerra de su padre, aunque realmente nunca esperó, que quien fuera a deshacerse de esa sensación de cansancio y monotonía, sería el propio enemigo.