No recordaba en qué momento empezó a sentir cosquilleos en el estómago cada vez que le escribía o llamaba, desde cuándo empezó a sentirse triste cuando no podían verse o desde qué momento había empezado a tomar prestadas sus sudaderas, solo para sentir su aroma, su aroma que lo volvía loco, y tampoco recordaba cuándo empezó a usar dichas sudaderas para atravesar sus celos solitarios.