El sonido de los disparos entre los árboles lo sacó de sus pensamientos, y como sólo Black haría, caminó en su dirección. Juraba que solo iba a ver. Estando cerca, caminó cautelosamente y se ocultó arrodillándose tras un montículo. Escuchó ramas rompiéndose a una distancia próxima y luego vio a un cuerpo rodando por el desnivel colina abajo. Él descendió un par de metros para alcanzarlo, contemplando ser de ayuda, cuando al voltearlo boca arriba reconoció su identidad de inmediato. La escasa iluminación no fue impedimento para no distinguir esos ojos brillosos observándolo directamente. No quería verlo, pero entonces supo que tampoco era capaz de abandonarlo.
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