El despertar del error de el sistema.
. Desperté.
Tenía sueño, sinceramente. Ese tipo de cansancio que no viene del cuerpo, sino del alma, como si estuviera renaciendo con deudas antiguas. A mi alrededor, todo olía a madera vieja, sábanas recién lavadas y magia infantil. Las cortinas de mi cama con dosel eran rojas y doradas, el escudo de Gryffindor bordado a mano.
Gryffindor.
Claro. Porque soy Harry Potter.
O al menos, eso dicen.
Porque yo no soy ese Harry. Yo soy otro en este cuerpo. Con recuerdos, información y experiencia que nadie debería tener. Alguien que, aunque se defina como funcional, no piensa seguir el camino que todos esperan. Reencarné en un niño destinado a convertirse en mártir, en un símbolo manipulado desde la cuna. Pero ¿qué pasaría si ese símbolo... simplemente decidiera no jugar?
¿Qué pasaría si se destruye la profecía?
Esa tontería absurda.
Esa frase rota y sin contexto que amarra el destino de tantos.
Lo pensé mientras me frotaba los ojos con torpeza, fingiendo ser el niño común. A mi alrededor, los demás aún dormían. Ron roncaba con la boca abierta. Neville murmuraba algo sobre su abuela. Todo era tan... tranquilo. Tan estúpidamente normal.
Pero yo no vine aquí a ser normal.
Vine a reescribir el tablero.
Gracias a los libros y películas, lo sé todo. O casi todo. Conozco la historia, los personajes, las máscaras que se esconden bajo sonrisas amables. Sé que detrás de la mirada azul de Dumbledore hay siglos de control calculado. Que la Orden del Fénix está construida sobre secretos y medias verdades. Que incluso Voldemort es más víctima de su contexto que lo que muchos aceptan.
