La única excepción

Respondiendo a la solicitud del robusto Patricio, señor castaño, alto, de pocos cabellos, de olanes en la camisa y de encaje en las mangas, con saco negro formal, que caminaba inclinándose hacia la derecha, levemente torcido por el dolor en la rodilla. Margarita subió el mentón y miró a la izquierda y derecha, luego hacia arriba y hacia abajo y de frente de nuevo, con ayuda de los dos dedos gordos y ariscos del Señor Kortés de Sallen, dueño de la villa. "Linda muchachilla", llegó a decir con sonrisa de ojos marrones y bárbaros. Ningún precio es demasiado por ella, ni todo el Oro en el mundo, ni las estrellas en el cielo, pero, ¿quién se perdería de acariciar este bello mentón? ¿Y de saborear esta expresión inocente de niña?

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