Bailar siempre había sido mi pasión. Siempre lo había puesto por delante de todo lo demás. Por fin había decidido lo que quería hacer con mi vida, lo que quería ser, a qué quería dedicarme. Por entonces no era consciente de que a veces aparecen personas que cambian por completo nuestras prioridades, ni de que en ocasiones, desear algo con todas nuestras fuerzas no significa que podamos tenerlo. Y hay que aprender a decidir. A dejar cosas atrás. Y no tenía ni idea de lo difícil y doloroso que eso podía llegar a ser.
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