Abajo solo se ve el pantano, cada vez más oscuro.
En las profundidades, solo puedes aferrarte a un recuerdo para no caer. ¿Hay algo que perder? Ya no. Antes de caer al pantano, ya te perdiste.
El recuerdo rompe a su creador, a cada gota de dignidad, cada grito de moral y cada lágrima de felicidad si la mente está rota.
La mente rompe el recuerdo, y este viene de la vida que pasa por las pupilas. Las pupilas ven lo que la mente considera mejor para el corazón.
El corazón rompe a la mente cuando se le enseña que sentir es su función. Y cuando el corazón siente crea el recuerdo.
Pero, ¿Prefieres caer a las profundidades del pantano a quedarte con el recuerdo? Después de todo, eres tan débil que morirías allá abajo. Morirías dañándote, pero nunca odiandote.
Nunca te odiaste; pero nunca te amaste.
Eres simplemente algo que respira. No tienes nada.
Cuando te diste cuenta de lo roto que estás, pensaste en si tal vez deberías hacerlo.
Como disfrutar una última comida.
Como conseguir aquel título universitario que tanto deseabas.
Como porfin sentirte en paz.
Entonces, ¿Por qué no lo haces de una vez?
Hazlo, y no mires abajo.
Abajo solo se ve el pantano, cada vez más oscuro.
Todos cargamos con un poco de locura dentro de nosotros. Y es esa irracionalidad la que lo alimenta, la que dibuja una sonrisa que muestra sus dientes afilados y listos para romper piel y destilar sangre. Él puede olfatear la locura en tu alma como un sabueso entrenado, hambriento de dolor, destiñendo decadencia y muerte. Shhh, no digas su nombre.
Cover Art & Design: Consuelo Parra