Aquí me encuentro, convocada por el destino,
soy la Dama de la Oscuridad, la Muerte en su camino,
soy el fin inevitable, la última estación,
la guía hacia el más allá, la eterna transición.
Pero hoy, por un instante, soy solo una espectadora,
de la vida de un viejo amigo, de su historia seductora,
veo su hogar cálido, su rostro cansado pero sereno,
y siento la grandeza de su alma, su espíritu pleno.
Cada huella en su cuerpo es una historia en sí misma,
cada arruga en su rostro, una experiencia sin igual,
y aunque sé que su tiempo se acerca a su fin,
por ahora, solo estoy aquí para observar y sentir.
Sus triunfos y sus luchas, su sufrimiento y su dolor,
son las piezas de un rompecabezas, la esencia de su amor,
cada experiencia vivida, cada paso en su camino,
son un reflejo de su alma, de su espíritu divino.
Pero el tiempo no perdona, su luz se va desvaneciendo,
la Muerte está aquí presente, el final se está acercando,
mi viejo amigo pronto partirá, su alma volará,
y yo, la Dama de la Oscuridad, lo acompañaré.
El vacío que dejará en la vida de quienes quedan,
será inmenso e insondable, la tristeza se despliega,
pero en la transición hacia lo desconocido,
su alma será liberada, su destino cumplido.
Así que, querido amigo, mientras te acompaño,
en tu travesía final, recuerda que no estarás solo,
yo estaré a tu lado, como siempre lo he estado,
y juntos cruzaremos el umbral, hacia la eternidad.
Vivir a medias basados en el conformismo muchas veces eso no es vivir, perdemos los días con la esperanza de que estamos haciendo lo correcto y que para los ojos de las personas es aceptable... pero nos estamos olvidando de lo más importante del vivir: Saberse libres.
Tenía apenas diecisiete años cuando mi vida se transformó para siempre, sin darme cuenta fui perdiendo lo que más me importaba con el pasar de los años, todo cambió... yo cambié. Ahora simplemente no me reconozco, veo mis manos, mi cuerpo, toco mi rostro, mi cabello y parecen ser los de alguien más; y es que cuando entregas todo por amor simplemente te quedas vacía y marchita por dentro. Me enamoré de él sin siquiera sospechar de lo que se avecinaba, tan ingenua como siempre.
Ahora los días han dejado de significar, se han vuelto eternos, las horas insufribles, los minutos un tormento y los segundos mi propio infierno... He tenido de sobra para pensar en mi vida, mi patética vida. He tropezado y me he levantado... vuelvo a caer y con cada tropiezo me vuelvo más débil... hay días en los que dejo que mi mundo se venga abajo y la soledad, mi fiel compañera, tome posesión de mi cuerpo, dejándome embriagar por sus palabras y dejando que fluya en mi interior.
Dicen que el tiempo puede sanar las heridas. Pero lo que no nos dicen, es que las cicatrices siempre nos recordarán el pasado, que la sensibilidad esquiva el razonamiento y éste, a su vez, desgasta la entereza... Dicen que de todo se aprende, pero cuanto daría por qué no siempre las lecciones fueran tan dolorosas.
Nota: este libro es totalmente mio, producto de mis días felices y tristes.