Estaba sentada en el despacho del director Dumbledore, con un tic incesante en mi pierna. El admiraba a su ave Fénix, para luego mirarme a mi. ¿A que venia tal interrupción a las clases de defensa contra las artes oscuras del señor Lupin?
Dumbledore se peino su larga barba plateada y suspiro pesadamente.
- Señorita Raven. - Su voz sonaba más dura que de costumbre, me hacía pensar que estaba en serios problemas - Usted no pertenece aqui, ¿no es asi?
Tragué saliva duramente. Por Rowena, que no sea lo que estoy pensando.
- Naci a las afueras de Londres, si es a lo que se refiere. - Respondi torpemente.
- El universo es una incógnita que no muchos han podido resolver, Madeleine. - Retiró sus gafas de media luna sobre su nariz y las coloco cerca de una pequeña lámpara - Y escasas son las que pudieron atravesarlo. Dime, ¿Por que aqui?
Dude varios minutos en responder. Solo miraba el despacho analizando como escapar ante algun inconveniente, pero desisti. Confiaba en Dumbledore, puedo revelar mi mayor secreto.
- Porque Hogwarts es mi hogar, profesor. - El tic de mi pierna cesó, y la tranquilidad invadió mi cuerpo al ver la sonrisa enternecida del adulto.
- Y Hogwarts estará siempre para ti.