- ¿Como hemos llegado a esto Milo?- El calor de la sangre e incluso su textura espesa resbalando desde la punta de aquel cuchillo hasta el espacio entre mis dedos y posteriormente cubriendo tenebrosamente mi muñeca derecha era tan sórdido e irreal como extrañamente familiar, quizás en el fondo siempre supe donde terminaría todo, donde acabaríamos tú y yo. - Baja ese cuchillo Lily, no quieres hacer esto realmente. -Tú. -Mis labios temblaron furiosamente, y mi rostro se contorsionó en una mueca indescifrable, adornada tétricamente por dos surcos húmedos que caían amargamente bajo el mentón-Eres un monstruo Milo, estás completamente enfermo. -Princesa, no hagamos esto. -Me arruinaste completamente, ¿¡Ya es suficiente¡? -Lily, de rodillas. Y el cuchillo cayó, justo al lado de mis rodillas magulladas.