"El mundo ya no nos pertenece." Esas palabras golpearon la cabeza de Alyssa. Era cierto. ¿Y qué les quedaba? ¿Vivir? No, ni siquiera eso. Aguantar. Resistir. Porque, realmente, ¿qué podía hacer un grupo de idiotas con ganas de aferrarse a la vida ante aquellas bestias? Sinceramente, no mucho. Y, esa era otra. Porque, ¿por qué vivir? No quedaba nada. ¿Huir sin garantía de conseguir escapar definitivamente? Huir, sin un sitio al que llegar, sin un destino en el que estar a salvo. Sin un final feliz. A lo mejor era justo lo que necesita Alyssa para no meterse un tiro entre las cejas. Ni siquiera un final feliz. En esos días, eso era demasiado pedir. Sólo quería que le dijeran que iba a tener uno. Un "felices para siempre". Aunque fuese mentira y ella lo supiese. Quería vivir en una mentira imbécil. Efímera, pero bonita.