Después de que su novio le cortara con la excusa de que era controladora, obsesiva y rígida, Melanie no tuvo otra alternativa que demostrarse a sí misma lo contrario. No consultó con su cerrado círculo de amigos, sólo comentó a su socia, con un breve aviso antes de marcharse sin más premeditaciones. Tomó el primer vuelo a Japón que pudo agendar, dónde esperaba conectarse con su lado artístico y volver a ser quien solía ser cuando era feliz, joven y despreocupada. Pero para eso, era necesario dejarse llevar. Harry Styles no descansaba ni pegaba un ojo, estaba pescado hasta el corazón por su única motivación. La pintura. Con mucha fama y atención de sobra de la alta sociedad, un impulso de agotamiento y deseo de aislamiento, lo llevó a tomar un vuelo a Japón, donde no se comunicaría ni con su agente, o su madre. Desgraciadamente su residencia en Japón había sufrido una inundación durante el invierno, y se vio obligado a hospedarse en el Hotel Ryokan.
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