Fuerte, valiente, soberbia, egoísta, ególatra, extremadamente cruel y mejor que cualquier hombre, Avangelin se rehúsa a casarse para mantener el control de su reino; pues ella solo disfruta de coger con mujeres y desecharlas tan rápido como le aburren.
La joven duquesa, comienza a levantar las sospechas de sus ciudadanos, después de que la mitad de las prostitutas del pueblo fueran vistas entrando y saliendo de su castillo. En medio del escándalo a nada del motín, decide ir personalmente al prostíbulo para demostrar su autoridad. Ahí es donde conoce a Anya, una joven esclava a la cual prostituían por unas monedas. Al ver la situación precaria en la que Anya y su hijo vivían, la libera, convirtiéndola en su nueva sirvienta. Para Avangelin, Anya solo era una niña, por lo cual, nunca podría verla como una mujer; pero no era así para Anya, que, confundida por sus deseos sexuales prohibidos, se enamora de ella.
Asher pensaba que tenía una vida perfecta. Era el mejor en su equipo de hockey, tenía las mejores notas en la universidad y un grupo de amigos que parecían serle fiel.
Pero cuando conoce a Skye, la hermana de uno de sus mejores amigos cree que la chica está loca. Tiene una actitud tan dura que es difícil de romper y suele irritarlo todo el tiempo desde que se ha mudado a vivir con su hermano y él.
Y cuando los chicos del equipo le proponen que no conseguiría conquistar a alguien como Skye, lo ve como un reto que está dispuesto a jugar, una apuesta para conquistar el corazón de alguien como Skye es suficiente para que Asher acepte, pues es demasiado competitivo y no está dispuesto a perder su puesto en el equipo de hockey y pasarse el resto del año en la banca como le han apostado.
Sin embargo, a medida que conoce a Skye, Asher se da cuenta que la chica es todo lo contrario a lo que le ha tratado de demostrar, conquistarla no parece tan complicado como pensaba y el corazón de ella no parece ser el único en juego.