Aunque intente esconderlo, aquella decisión me perseguirá toda la vida. Lo que nunca imaginé fue que Sara volviera a formar parte de ella, mucho menos de la mano de mi mejor amigo, y que su aparición traería consigo a la persona que me pondría la vida patas arriba, hasta el punto de hacerme aceptar imposibles y pisotear yo mismo mis principios. No supe muy bien qué significaba aquel latido seco que se producía cuando estaba cerca de ella, pero mi objetivo fue firme cuando marqué mi punto de destino. Ana. ¿Es posible odiar a alguien tanto durante años y tener ganas de tenerlo cerca para soltar todo lo que llevas dentro contra él como si no hubiera un mañana? ¿Y es posible que te desinfles cuando tu mirada se cruza con la suya y tu cuerpo te alerta del peligro que se sobreviene? Lo que estaba claro es que Álvaro volvía a nuestras vidas para quedarse y nada tenía que ver con el recuerdo que guardaba de él. Quizá lo supe y quise negarlo. Era difícil vivir con el pulso alterado constantemente y la posibilidad de cometer un error en cualquier momento. Además, yo tenía una vida que no podía tirar a la basura por un ¿capricho?