Durante todo el año, más de un millón de pasajeros visitan el aeropuerto de Suvarnabhumi en Bangkok. Estadísticamente son solo números. Aún así, ese complejo pero a la vez simple dato, vuelve más importante el significado de la coincidencia, de la casualidad.
¿Qué probabilidad hay de que entre tantas personas que visitan el aeropuerto, dos personas se conozcan en ese lugar? La respuesta es una infinidad de variables. Miles de personas pueden conocerse en un aeropuerto.
Sin embargo ¿qué probabilidad existe de que luego de ese encuentro, esas mismas dos personas vuelvan a encontrarse sin planearlo, nuevamente en otro lugar? Las posibilidades se reducen mucho más.
¿Y que probabilidad hay de que esas dos personas seguramente se hayan visto antes sin tener noción de la otra? Seguramente y aunque parezca más difícil que las preguntas anteriores, esa posibilidad también existe.
Lisa y Jennie, son la prueba de que cuando todo se alinea para que algo suceda, el universo, la vida, la casualidad o el destino, cualquiera de todas esas definiciones, permiten que ese encuentro que estaba destinado a suceder, suceda. Aun cuando las estadísticas estén en contra, porque simplemente que sus caminos se crucen era algo que tenía que suceder, tarde o temprano.