El jardín se extendía entre sus pies y vestido blanco como un manto, era hermoso, y solo era para ella. El aroma delicioso de los lirios inundaba su fosas nasales, se sentía en el paraíso, no, estaba viviendo en el paraíso. La felicidad la inundaba cómo nunca hubiera pensado, pero, ¿realmente merecía todo eso?. -Duquesa...- volteó ante le susurro de la doncella llamándola. -Aún no lo soy.- dijo en voz baja y mirando de nuevo las flores. -Pero pronto lo serás...- intervino la persona que más feliz la hacía, a quien más amaba con locura-. Es hora...- dijo extendiendo su mano, ella dudó pero terminó aceptando, si era con él, iría hasta el fin del mundo.