Llevaba un rato concentrada en dar toques a mi pelota de voleibol con la pared hasta que una voz me interrumpió -Perdona, normalmente suelo estar aquí, ¿te importaría si yo también doy algunos toques con mi balón? Prometo no molestar Me limité a asentir. El chico sostenía una pelota de fútbol con el brazo derecho y del hombro le colgaba una mochila deportiva. Tenía un chándal amarillo que me sonaba, era del club de fútbol de mi instituto, pero lo que más me llamó la atención era su hermosa sonrisa, aunque por sus ojos asomara el sentimiento de tristeza
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