La mañana constaba de una blanca transparencia No era la luz, ni su sonrisa, era el fruto de mi inocencia Consumido por el apego de su refinada mano capté su olor y aroma Aquella gota de agua salpicada en su alma, el color y la belleza de Paris y Roma Valioso y estudiado era el oro adherido en tiempo perdido Vagar entre lienzos donde tu rostro no haya sido pues esculpido El suave y cuidadoso movimiento de su cabello alabando la real vida verde ¡ Ni un minuto sin ti ! ¡ Ni una vida sin tenerte!