Ruido blanco. Eso fue todo lo que Stiles escuchó después de esas palabras. La sola idea de perder a su prometido siempre le había parecido más allá de su inteligencia emocional. Saberlo, a pesar de no haber escuchado las palabras reales; sentirlo, como si acabara de tener un ataque de pánico, o perdido una parte muy importante de su cuerpo, más que eso, perder la mitad de su alma. Sí, esa mierda absoluta volaría la cabeza de cualquiera. Y ni Stiles estaba exento. Especialmente no Stiles.