The Missed Neumann

-¡Aaah! ¡Suéltenme! - grité a todo pulmón entre lágrimas. -¡No quiero! ¡Auxilio!

Estos sujetos en batas médicas, de un color blanco tan pálido que los hacían ver más intimidantes y no te daba el valor siquiera de mirarlos a los ojos, me tomaban fuertemente de mis manos y pies.

Como una rata de laboratorio que intentaba escapar miserablemente...

Sabía lo que querían, era evidente.

Quieren llevarme de nuevo a ese lugar.

La sala azul...

-Por favor, déjenme ir- suplicaba, sintiendo como ya los ojos me ardían mientras me retorcía en los brazos de aquellos verdugos.

Cargaban sin esfuerzo alguno mi endeble y débil cuerpo nuevamente a ese sitio, en donde se empeñaban en intentar que sienta dolor.

Sin embargo, lo que más sentía era decepción y pena, al ver cómo los demás niños acompañaban mis llantos con miradas curiosas, desentendidos de toda la situación.

-Como sino les importara, o si por el contrario, ya consideraban normal esta clase de trato...-

¿Qué acaso, no quieren saber nada?

¿No quieren saber, ni quiénes son y qué hacen aquí?

Martin insiste en decir que es nuestro padre, aquel que nos mantiene y nos retiene aquí dentro, sin contacto con el exterior.

Lo que él no sabe, es que en sus ojos veo la mentira.

Intentar quejarse es mortal, la sala azul es mortal.

Quiero huir de este lugar, aunque apenas recuerde mi nombre completo y sólo tenga una marca en un tobillo que me lo recuerda cada vez que la veo...

Neptuno