Cuando hay un sueño de por medio, todo lo vale, y se hará todo lo posible por alcanzarlo, así llueva, truene y el mundo se venga abajo, porque es eso: es un sueño.
Y para Raquel Walker, estar en un equipo de básquet era su sueño, era algo que le apasionaba, por más que sea un hobbie, era algo que le movía el mundo, jamás pensó que al entrar en una preparatoria, el mundo se le iba a mover. Se sumergió en un mar, donde las olas estaban repletas de odio, desesperación, y sobre todo, problemas.
Y entre uno de esos, estaba Daiki Aomine: un arrogante jugador que prometió destruir cueste lo que cueste.
Un partido.
Dos jugadores que se odian mutuamente.
Es una receta placenteramente peligrosa, pero ninguno de los dos iba a tomar en cuenta un pequeño factor:
Su atracción entre ellos.