¡Ay, el amor! ¡Qué precioso es el amor!
Sobre todo cuando ese amor es tan puro e inocente, alocado, eufórico, ¡lleno de aventuras!; ya saben, ese amor adolescente que está lleno de manos sudorosas y situaciones incómodas que hacen que tus mejillas se sonrojen y tu sonrisa se vuelve tan tonta... mismas situaciones que hacen que cuando llegues a tu casa te tires a la cama a reír, saltar y gritar de alegría, y por supuesto amor. El amor que te roba tantos suspiros.
Oh, que lindo. Me pregunto cómo lo llevarán estos dos estudiantes de secundaría que se conocerán pronto, muy pronto, tan pronto como el ir y venir de Flash.