En el gran continente de Acraya, existía un bosque maldito y temido, pues en el habitaba toda clase de demonios y criaturas salvajes. En el centro de aquella espesura olvidada por la mano de Dios, existía una gran torre que se perdía entre las nubes y era tan negra como una noche sin luna o estrellas.
La Torre era habitada por un ser que no era hombre ni bestia. Algunos decían que una vez fue humano, otros que jamás lo fue, pero todos estaban de acuerdo que había sucumbido a las tinieblas a causa de la pérdida de su amor, y enloquecido por el dolor, se arrancó su propio corazón.
Su nombre era Stephen Strange y se había autoexiliado en el corazón del bosque que, con el tiempo y gracias a la influencia de su magia; se volvió maldito a los ojos de la gente. Las historias contaban que era alto, con largos cuernos, garras en vez de manos, ojos como dos pozos de alquitrán. Sin una pisca de bondad en su inexistente corazón, pero con un odio voraz por los humanos a quienes culpaba de su gran pérdida.
Tom Riddle logró salir del diario en el momento que le hacía creer a Harry Potter que lo había derrotado, aunque la realidad fue que Tom aprovechó para escapar y volver a tomar lo que perdió hace unos años.