Mi abuela sentía una debilidad por Alex, siempre lo consentía y le regalaba dulces a escondidas de mi madre. Ella creía que a él le faltaba cariño, pero la verdad es que no. Incluso mis padres querían más a Alex que a mí. Era un niño demasiado consentido para ser el hijo de la niñera. Mis hermanas estaban encantadas cuando él llegó, escondido detrás de la falda de su madre con la nariz roja y los ojos hinchados de tanto llorar. Yo sabía que su presencia significaba problemas. Esta historia es una adaptación, así que créditos correspondientes al autor