Entró en su habitación, su cabeza, un torbellino de pensamientos, los cuales debía ordenar. Tomó su muñeca preferida y se sentó en la mecedora, frente al ventanal. El aire traía el perfume del atardecer. Apretó suavemente la muñeca, una parte de su infancia feliz, mezclada con este ahora pleno de vivencias. Hamacándose, serena, hizo un breviario de su vida. Sus padres la habían colmado de amor y enseñanzas, que fueron los pilares de este presente. Conmovida recordó la fiesta de sus quince años, su familia, sus amigos y aquel noviecito tierno y atento a la más pequeña de sus ocurrencias. Luego culminó su carrera en psicología, con altas notas, tenía incorporado el deseo de estudiar esa carrera desde siempre. Luego la lucha por conseguir un gabinete para recibir a sus pacientes, que llegaban en busca de soluciones para sus vidas. Trabajó con ahínco y dedicación y fue logrando su cometido. Recorrió con la mirada su habitación, con algo de esa nostalgia que da siempre una despedida. Mañana, concretaría, invadida de dicha, la unión con su amado. El amor se apoderó de sus corazones, pensaron compartir sus vidas, llenos de sueños t proyectos. De ahora en más construirían en el cotidiano andar, todo lo que habían proyectado. Con su esfuerzo lograrían cimentar un hogar, en el cual imaginaba chiquillos correteando, haciendo travesuras… Un raudo pensamiento asoló su corazón con la idea de que la vida sabia, te da , pero también algo se lleva… Bueno, sacudió la cabeza y pensó… tendría un buen compañero, que sería un puntal donde apoyarse, y salir fortalecidos. Terminó de ordenar la habitación y con una mirada dulce y nostálgica, dijo adiós a este pasaje de su vida… Cerró la puerta lentamente, afuera la espera una vida nueva, con el corazón aleteando emocionado caminó segura y feliz.