Entró en su habitación, su cabeza, un torbellino de pensamientos, los cuales debía ordenar. Tomó su muñeca preferida y se sentó en la mecedora, frente al ventanal. El aire traía el perfume del atardecer. Apretó suavemente la muñeca, una parte de su infancia feliz, mezclada con este ahora pleno de vivencias. Hamacándose, serena, hizo un breviario de su vida. Sus padres la habían colmado de amor y enseñanzas, que fueron los pilares de este presente. Conmovida recordó la fiesta de sus quince años, su familia, sus amigos y aquel noviecito tierno y atento a la más pequeña de sus ocurrencias. Luego culminó su carrera en psicología, con altas notas, tenía incorporado el deseo de estudiar esa carrera desde siempre. Luego la lucha por conseguir un gabinete para recibir a sus pacientes, que llegaban en busca de soluciones para sus vidas. Trabajó con ahínco y dedicación y fue logrando su cometido. Recorrió con la mirada su habitación, con algo de esa nostalgia que da siempre una despedida. Mañana, concretaría, invadida de dicha, la unión con su amado. El amor se apoderó de sus corazones, pensaron compartir sus vidas, llenos de sueños t proyectos. De ahora en más construirían en el cotidiano andar, todo lo que habían proyectado. Con su esfuerzo lograrían cimentar un hogar, en el cual imaginaba chiquillos correteando, haciendo travesuras… Un raudo pensamiento asoló su corazón con la idea de que la vida sabia, te da , pero también algo se lleva… Bueno, sacudió la cabeza y pensó… tendría un buen compañero, que sería un puntal donde apoyarse, y salir fortalecidos. Terminó de ordenar la habitación y con una mirada dulce y nostálgica, dijo adiós a este pasaje de su vida… Cerró la puerta lentamente, afuera la espera una vida nueva, con el corazón aleteando emocionado caminó segura y feliz.
-Necesitamos hablar.
-Yo creo que no tenemos nada de que hablar...
-Amy, por favor. Te extraño, y no sabes cuánto he sufrido todos estos meses sin poder hablarte como lo hacíamos antes. -La chica mordió su labio inferior reteniendo las ganas de llorar. -Dejame pasar al menos un tiempo hoy contigo, Amy. Como cuando éramos pequeños.
-Casey...
-Quiero abrazarte aunque sean dos minutos, por favor. Lo necesito...
-Amelia no aguantó más y pronto corrió hacia él abrazándolo mientras que comenzaba a llorar.
-Shh... Tranquila, Amy. Ya estoy aquí, ya estamos juntos.
-N-nunca vamos a poder estar juntos...
-Ahora lo estamos. -Volvió a decir separándose de ella para mirarla a los ojos. -Estamos juntos y podemos hacer que eso pase.
-Mañana te casas...
-Sí, mañana. -Recalcó la palabra mañana agarrándola por el mentón en cuánto quiso apartar la mirada.
-Pero hoy estoy contigo.
-No me hagas esto, Casey... Está mal...
-Solo quiero que volvamos a ser esos niños que un día se conocieron en el jardín y que nunca más volvieron a separarse. -La voz del príncipe tembló y pronto la chica vió como una lágrima rodaba por su mejilla sin previo aviso.
-Cas...
-Siento ser un egoísta de mierda por tener que decirte esto, pero... Te necesito, aunque sea solo una noche, Amy. Necesito pasar tiempo contigo, tenerte entre mis brazos y besarte como otras tantas veces he hecho.
-Yo también te necesito a ti...
-Confesó con valentía la joven antes de que en la cara de él apareciera una gran sonrisa de felicidad infinita para posar los labios sobre los suyos cuidadosamente.
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¿Será este el bonito o triste final de nuestros protagonistas?
Acompaña a nuestro príncipe encantador Casey y a nuestra doncella Amelia si quieres descubrir cómo termina su bonita historia de amor y amistad entre dos mundos destinados a estar separados por las leyes reales.
¿Logrará triunfar el amor?