El cielo y el infierno, conceptos bastante complejos, pero a la vez sencillos, uno existe para castigar a los malos y el otro para premiar a los buenos, solía no creer en ninguno de ellos, solía pensar que no existía un Dios o un lucifer, solo seres humanos, simples, tontos y banales mortales y creía en el ciclo de la vida, naces, creces, a veces te reproduces y al final mueres, y eso era todo.
Pero que ilusos somos al pensar que la muerte es el fin de la vida, del sufrimiento y la agonía. Nunca fui de las que se pregunto que había después de la muerte, para mi morías y hasta ahí quedabas, desaparecías y ya, al parecer me equivoque.
No fue hasta que morí que me di cuenta de lo equivocada que estaba, la travesía apenas empezaba y para nada era lo que imaginaba.
En mis planes estaba morir e irme a descansar de tanta porquería, solo no ver, sentir o escuchar nada mas, oscuridad total. Claramente en mis planes no contemplaba lo que pasaría después.
No fui una buena persona en la tierra, así que se imaginaran que no fui al cielo de ninguna manera.
Días después de su decimoctavo cumpleaños, Aurora Craton siente la atracción de apareamiento mientras trabaja como camarera en una fiesta de los líderes de la manada. Su pareja resulta ser el Alfa Wolfgang de la manada Luna de Sangre. Cuando descubre que su compañera es sólo una asistente doméstica, no solo se niega a aceptarla, sino que la amenaza con marcarla como renegada si se atreve a decirle a alguien que es su compañera. Aurora no tiene otra opción que permanece en la manada, condenada a estar sola. Pero debe de haber una razón por la que la Diosa de la Luna los ha unido....