Kakashi la ha conocido desde tiene memoria. Ella lo vio luego de la muerte de su padre, y jugó con él cuando Pakkun apenas podía ladrar. Ella también le ayudó a elegir su máscara ANBU. Sakura era, después de todo, esa presencia imperdible que había tenido por más de una década. Ella siempre vuelve, puntual como un reloj, a encontrarlo dónde sea que estuviese. Y a veces, en sus pesadillas más retorcidas, Sakura aparece de la nada, tan impredecible cómo la misma muerte, justo en frente de su chidori y sus pequeñas costillas dejan marcas dónde las de Rin han dejado un precedente. Ella lo bendice y lo maldice por igual. Están atados el uno al otro por algo que va más allá del tiempo.