El tiempo había transcurrido desde aquel trágico día en el que la vida de ambos jóvenes se vio separada repentina y abruscamente. A pesar de la promesa que se hicieron el destino les depararía una cruel realidad. La pérdida la sumió a ella en una profunda depresión, pero nunca rompió su promesa de esperarlo. A medida que los días se convirtieron en semanas y las semanas en meses, ella continuó su camino con valentía. Sin embargo, su corazón permanecía fiel a aquel amor que había sido truncado tan prematuramente. Aunque sus palabras eran solo susurros en el viento, sentía en su corazón que él la escuchaba. En aquel momento, se dio cuenta de que su amor no había desaparecido, sino que había evolucionado que había echado raices en su ser y que siempre formaría parte de ella.