Kessel.

Querida yo del pasado:

Sé que es más que probable que nunca llegues a leer esto, a no ser que en unas horas inventen una máquina que me permita ir al pasado y entregarte la carta yo misma. De todas formas, si tuviera la oportunidad de ir al pasado no te daría la carta, te lo explicaría en uno de nuestros rollos inacabables como dice Dani, en caso de que me dejaras acercarme a ti (no te culparía por intentar zurrarme, es más, dado que somos la misma persona hasta lo entiendo, a nadie le puede hacer gracia que alguien exactamente igual que tú venga del futuro a darte la chapa, y afrontémoslo, con quince años fuimos bastante insoportables). ¿Ves? Y ahí tienes el rollo inacabable.

¿Por dónde empezar? Supongo que por las últimas voluntades, es lo propio. O por los arrepentimientos [...]

Ahora que lo pienso, no te he explicado porqué siento la necesidad de desahogarme, ¿un ataque de nostalgia antes de irme a la universidad? Ojalá. Sería más fácil de explicar. No, todo esto comienza unos meses antes, al final del verano antes del último año. Sí, sorprendentemente llegarás a último año, y sin ninguna pendiente. Digamos que la calculadora de Diana estuvo en el lugar justo en el momento adecuado (aunque después lo negarás como si no hubiera un mañana) [...]

Esta es la carta con la que Alejandra comienza el relato de su historia, explicándose a sí misma como ha terminado en la situación actual. Quizás así, viéndolo desde fuera como una espectadora más, pueda llegar a entender como su vida ha pasado de "Sensación de Vivir" a "Mentes Criminales", sin que ella pudiera hacer nada para evitarlo.