Era la cuarta vez que cruzaba la misma calle, leía detenidamente el mismo letrero, tropezaba con la misma piedra. No había duda, estaba perdido. Pero ¿cuán perdido se puede estar si no se sabe a dónde se va? A punto de abandonar mi búsqueda, si es que así se le puede llamar al deseo de encontrar lo desconocido, replanteé mis motivaciones. Vacíos por todos lados, las calles abarrotadas de gente pero vacías de aspiraciones, no había motivación. Finalmente me decidí, tomé una decisión, no habría hazaña más valiente que regresar por el camino que dibujé con mis propias pisadas. El viento había borrado cualquier intento que yo pudiera hacer por reconstruir mi camino, al final solo pude hacer lo que llevaba haciendo des de hacia un tiempo, deambulas.