Existen muchos tipos de miedo, pero ninguno como el temor a ser olvidado, a formar parte del pasado y no poder construir un presente en el que destacar.
Ese, precisamente, fue siempre el miedo de Dena. Miedo a ser algo efímero y quedar como un recuerdo más, enterrado en el fondo del pozo, insignificante.
Y ese, precisamente, fue siempre el defecto de Adriel. No importarle ser olvidado. No importarle no tener a nadie y valerse por sí mismo.
En esta historia, alguien tiene que aprender a soltar.
En esta historia, alguien tiene que aprender a valorar.
Y en esta historia, alguien tiene que aprender a aceptar.