¿Has escuchado ese dicho que dice... "siempre abra un roto para un descosido"? o algo así era, justo eso somos alexander y yo. Donde el roto me representa y el descosido es mi querido Alexander, imperfectos pero perfectos el uno para el otro. Aún que seguro esto solo está en mi imaginación.
No logro recordar con exactitud que me llevo a este preciso momento, tal vez un cumulo de malas experiencias y momentos en mi vida o quisas solo me rendi, aún que en realidad no recuerdo o pienso muy bien en este mismo instante, solo puedo sentir.
Sentir como mi cabeza da vueltas, mi vista se nubla al paso de cada segundo y el aire que instantes atrás había salido adbrutamente de mi cuerpo intentaba regresar sin éxito, por breves instantes solo puedo escuchar mis propios jadeos y un molesto pillido invadir mis oidos, mi cuerpo se mueve de maneras extrañas hasta algo erráticas como si estuviera peleando por sobrevivir y claro, es justo lo que hace pues no hay nada bajo mis pies.
Algo ajusta con fuerza mi cuello y al mismo tiempo que lo hace quema mi piel mientras me arrepiento de haberlo hecho, sujeto aquella cuerda con mis manos en un intento fallido de romperla o sacarla de mi cuello.
Finalmente mis ojos se cerraron con lentitud, peleando por dar un ultimo vistazo de mi vida.
Mi querido Alexander si estuvieras aquí seguro que sabrías con exactitud que hacer y como rescatarme de mi propia estupidez. Pero al mismo tiempo me alegro que no estes aqui, pues creo que estarías decepcionado por la decisión que acabo de tomar, por que se que la tome en un mal momento y realmente no estaba pensando, solo actúe.
No pensé en ti, en lo asquerosamente perfecto que eres y en lo malditamente feliz que me haces.
¡Maldición Alexander! ¿Donde estas? ¿Por qué no vienes a rescatarme?
¿que fue lo que paso? ¿por qué ya no estamos juntos? Ah ...Ya lo recuerdo, es todo por mi culpa.
Mi querido Alexander.
Por favor sálvame.
Tercer libro de la serie amores de la mafia [EN PROCESO]
Crecer como la hija de uno de los capos de Italia solo tiene una ventaja -tener un matrimonio asegurado-, y para mí no es una ventaja porque tener matrimonios concertados solo te convierte en la esclava sexual y fábrica de bebe. Cosa que me niego rotundamente a ser.
Pero vivir en una ciudad donde tu padre tiene ojos en cada esquina y miles de voces que le informan las cosas antes de que pueda suceder es una tortura y esa tortura me llevo a contraer matrimonio con él, Alessandro Lucchese.
Esta es una historia que me pertenece en su totalidad. No permito ni acepto copias, adaptaciones, reproducciones, transcribir o trasmitir por cualquier medio físico o mecánico sin mi consentimiento.