Amaba su trabajo, realmente lo amaba. Se repetía le encantaba dar clases, regresar a casa preparar una cena congelada y después ir a dormir. Toda una vida estable. Estable y aburrida que se fue al carajo cuando el maldito mocoso apareció en escena. Siempre con sus insinuaciones, con sus sonrisas coquetas, con sus ojos seductores, con sus rizos cafés enmarcando su rostro angelical vaya ironía....All Rights Reserved
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