¿Será cierto que, cuando estás a punto de morir, toda tu vida pasa frente a ti? Alejandro Guerra lo comprobó en pocos segundos. Mientras miraba con horror el pequeño cañón de una pistola con silenciador que tenía delante suyo, las imágenes comenzaron a desfilar a escasos centímetros de su rostro, anunciando la llegada de su trágico destino.
Una milésima de segundo.
Sus recuerdos de la infancia hicieron su aparición.
Una centésima de segundo.
Experiencias, imágenes y sonidos de su corta adolescencia.
Una décima de segundo.
El día en el que todo comenzó.
A pesar del pánico y la desesperación que sentía, Alejandro se preguntó cómo hubiera sido su vida si ese día nunca hubiera llegado. O por lo menos, si él hubiera tomado una decisión diferente: si hubiera dicho que no.
Su cerebro, en un desesperado intento por aferrarse a la vida, comenzó a recrear todo el camino recorrido desde aquel marzo. El lugar y la hora. El momento exacto en el que la primera palabra de aquella historia había sido escrita, y desde que ya no había marcha atrás.
Las votaciones del año 2036 son algo que no me emociona, ya que los candidatos, a mi parecer, no valen la pena, en especial Alejandro Villanueva, aquel chico que se burlaba de mí por mi sobrepeso y al que ahuyenté cuando decidí defenderme. Mi encuentro con él y mi comentario imprudente en la fila para votar es el inicio de una propuesta que no puedo rechazar, así como tampoco puedo negar la profunda atracción y el inmenso deseo entre los dos.
De la noche a la mañana me he vuelto la futura dama y también he descubierto que soy la obsesión del presidente.