La luz moribunda del atardecer inundaba la gran habitación donde Taehyung abrazaba sus rodillas en la cama, observando las motas de polvo danzar en el último rayo anaranjado que se filtraba por la rendija de la vieja persiana. Sabía que pronto llegaría él y su frágil mundo se desmoronaría como un castillo de naipes. La fantasía se disiparía cuando ese hombre entrara a ultrajar su santuario, a marchitar su inocencia. Taehyung se transportaba a otros mundos donde la libertad acariciaba su piel. Mundos de criaturas mágicas, de praderas verdes y cálidos vientos con aroma a primavera. Se imaginaba volando en completa libertad, como un espíritu etéreo. A veces incluso conseguía ver destellos tras sus párpados, sentir el sol y escuchar el trino de los pájaros. Pero los gritos de furia y la puerta azotándose lo arrancaban de esas quimeras. La realidad caía como un mazazo, ahogando toda esperanza. Ese hombre inundaba la habitación con su aura amenazante. El miedo llenaba el espacio, luego venían las manos que marcaban su frágil cuerpo. Taehyung tragaba el llanto y se escapaba a su mundo interior. Fantaseaba con el día en que encontrase las alas que lo llevaran lejos, a un lugar sin miedo ni dolor, donde su alma recuperase los colores perdidos. Quizás en otra realidad él podía ser libre, o al abandonar este cuerpo maltratado. Por ahora, se aferraba a los retazos de esperanza y fantasía para seguir adelante, hasta lograr escapar al mundo donde pertenecía. Y cuando llegara el momento, extendería sus alas sin mirar atrás, dejando solo una crisálida vacía. La mariposa que renacería nunca más conocería jaula ni dolor. Al fin sería libre.All Rights Reserved
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