Habia una vez una adorable princesa que con tan solo verla el mundo quedaban cautivado por su dulzura, sin embargo, a pesar de eso, las personas la seguían tratando como si no fuera nada, cómo si solo fuera un simple plebeyo. Por el odio y rencor que seguía dentro de ellos, tras la muerte de la emperatriz.
Hasta que un día. Ya cansada de seguir sufriendo, se decidió a huir para nunca volver. Su padre desesperado movió cielo, mar y tierra para encontrarla, sin éxito alguno.
Fue así como todo el imperio se vistió de luto, tras la perdida de su amada princesa.