Cuenta una ya desapercibida leyenda de Teyvat, que en la región de Sumeru -en el bosque avidya-, se encuentra todas las noches un solitario descendiente de la raza Valuka Shuna con la luna.
Con lo simpático de esta, y la observa con dulzura, respirando lo húmedo y fresco del bosque.
Se pierde entre cientos y miles de letras, tanto se las cuenta a su acompañante, al aire tan puro que se respira. Emboza tontas sonrisas tanto mueve su esponjada cola como muestra de agradecimiento y felicidad por ser escuchado; acompañado en lo expuesto de su grande techo, y lo desolado de su tímido corazón.
Sus bellos ojos verdes se iluminan y sus mejillas se vuelven rojas, es que un intruso se posa en sus pensamientos atrevidamente.
Cierra el libro entre sus delgadas manos y golpea suavemente su cabeza contra el. Deseaba cada noche que pasaba con la luna, ser solo ellos dos, pero siempre aparecía sin previo aviso un individuo en su mente y corazón.
El joven estaba cansado de fingir odiarlo,
pero más frustrado estaba por solo poder contárselo a la luna.
Sí, los tantos sentimientos que tenía por él.
Volviéndolo un asfixiante cruel secreto.
Se dice que ahora mismo, mientras ustedes duermen y la luna se presume ante el cielo, en el deslumbrante panorama, él esta ahí otra vez; pensando en lo desdichado que es por ignorarlo. Sí, aquel dulce sentimiento de amor.
Leyenda: La luna, él y yo.
Atte: Guardabosques de Sumeru.