—¿Y que le dijiste? —Que podría ser una pecadora tortillera muerde almohadas, que seguramente tendría cinco jodidos dedos de raíz en el pelo , que también debería avergonzarme de mi nombre porque llamarse Croqueta no puede ser normal, pero no iba a pudrirme sirviendo cafés toda mi vida. Ella sabía a la perfección que el chico estaba horrorizado por su lenguaje, y a pesar de eso no iba a callarse. —¿Y entonces? —Entonces cogí las llaves de mi caravana de la caja registradora, mis quince pavos de propina y me largué de allí.All Rights Reserved