Tan indigna eres del respiro, mala madre/ Que juzgando la vida de absurda porfía,/ Ingrata, en lugar de reprocharla a tu padre, /sin conocer mi criterio arrancaste la mía. Hasta la urna de tu boca alzaste los ovarios/ alegando ser dueña de tu cuerpo, mentirosa/ y perdiéndose tu Adán contigo y mandatarios/ elevaste a la serpiente de nuevo victoriosa. Con este ajuar de indigencia en el alma/ tarde serás presentada a quien esperas/ para ti suplico: larga vida y poca calma;/ Tormento en vez de hijo hasta que mueras. Salpicada de mi sangre hasta la frente/ Implorando haberme amamantado rodarás/ con un calvario que, ocultando su simiente,/ madre, mujer terca, en vano llorarás. Al Señor suplico si me requiere encarnado/ que en otro vientre, no el tuyo, se complazca/, pues mejor, impura, que crecer a tu lado/ prefiero, ahora sí, morir antes de que nazca. (Del libro "A lomos del sofisma" http://www.alomosdelsofisma.com/